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domingo, 17 de junio de 2012

Silencio a pequeñas dosis

No sé para el resto de los mortales, pero para mí, el silencio es algo imprescindible en mi vida. Sé que es un problema porque vivir en este mundo significa,  entre otras cosas, asumir que uno no puede escoger ( hasta cierto punto) lo que le rodea. Vivir en un edificio con vecinos por todos lados, o en la cercanía de una pequeña plaza, o de un colegio, o de la plaza mayor del pueblo, es tener en cuenta que ese silencio no será posible a menos que una no se vaya a pleno desierto a vivir. No os mentiré cuando os digo que alguna vez he estado a punto de coger las maletas e internarme en la montaña más recóndita y lejana que pudiera encontrar. El problema es que yo no podría vivir sola, porque sencillamente, me aburriría.
Pero a veces, existe la opción de hacer algo pequeño que no necesita de mucho estudio para entrar en ese silencio; una opción es sumergirse en una piscina o en la playa cuando parece que se embotan los oídos y el ruido exterior queda aplacado por la densidad del agua. Otra es entrar en un templo, en una iglesia, donde en principio reina la calma, la tranquilidad de la oración, el humo de los cirios, y algunos angelitos volando de aquí para allá.
Y otra está, en ir de paseo por senderos montañosos a ser posible en compañía que es más divertido.
A excepción de todas esas personas que como tú han optado por lo mismo, y lo cual significa encontrarse con ellas por el camino entre bicicletas de montaña, amigos del trekking, y motoristas varios,llega un punto en el que no hay nadie por delante ni nadie por detrás. Y de pronto, el silencio. De repente parece que tu alma se sacude con el canto de los pájaros y la visión del paisaje, y de algún modo sabes que estarías en ese estado de paz mucho tiempo, y que si fuera posible, vivirías sólo de eso. De aire, paz y pajaritos cantando. 
Pero como hay que volver a la vida cotidiana, uno respira hondo para llevarse todo lo que  puede de ese momento y así aguantar del tirón hasta la próxima parada silenciosa. Yo creo que en el fondo, los momentos más importantes de nuestras vidas se preceden de  un silencio, creo que es cuando realmente nos encontramos con nosotros mismos. Será cuestión de grabar en las neuronas esos momentos para usarlos cuando el ruido mundanal se vuelve ensordecedor y el alma pide a gritos un "sishhhhhhhhhh".. besitos! 

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